QUE HAGO YO AQUÍ

SIRIA- Diario de viaje

A-.SIRIA-DAMASCO:

DAMASCO-DOMINGO 31 /09/ 2007: 

La llegada ha sido triunfal, a pesar de los obstáculos he conseguido pasar la aduana en un tiempo record …El avión aterrizaba 15 minutos antes de la caída del sol y es Ramadán (ayuno musulmán que NO A TODO EL MUNDO afecta de la misma manera, pero que en cuanto suena el canto del Muecín, a la caída de la tarde todo el mundo se lanza a por un plato) así que ya podéis imaginaros la fuga de funcionarios que empezó 1 minuto antes de que yo pasara los tramites. Después de recoger el equipaje y ante las dudas he cambiado solo15 euros en el aeropuerto…Menos mal porque naturalmente me han pegado el palo, + 10 euros de taxi al hotel (esta noche ceno falafel). Cuando salgo del aeropuerto en forma de un regalo de bienvenida contemplo el último suspiro de la tarde apagarse en tonos sepia…Tal vez se deba a que ha habido algún tipo de tormenta de arena, porque esta permanece en el aire ,y mientras el taxi avanza por la autovía dirección a Damasco medito sobre está dificultad añadida que tiene la noche de volverse negra… El hotelito (Amafia) está justo al lado de la central de Correos y a unos 20m de una Avenida que parece cruzar media ciudad, dejo la maleta en el cuarto y me tiro a la calle, en recepción me encuentro con un grupo de españoles que ya casi ha concluido su viaje por Siria-Jordania de 10 días (les quedan 2 días libres en la ciudad y luego parten para España), así que me sumo a su grupo para ir a cenar, haber que me cuentan…Un plomo, que si que barato esto o aquello, o lo bien que lo pasamos aquel año cuando fuimos a…., a los 10 minutos ya no hablo ni pregunto, y me retiro alegando que estoy muerta de cansancio, lo cual es cierto porque hoy caigo rendida en la cama.

DAMASCO-LUNES 1/10/2007:

Me toca desayunar con 3 de los pesados de la noche anterior…,después HUYO. Desde el puente peatonal que cruza la Av. Omar ben Abi Rabia contemplo casi toda la ciudad, esta parece metida en una olla cuyas paredes de colinas de arena, emergen incrustadas miles y miles de pequeñas casas ..Y aquí en el Centro polución o arena en el aire, o ambas cosas a la vez, dibujan edificios y rascacielos con luz amarilla…Son las 8h de la mañana y la ciudad todavía parece dormida, se ven pocos lugares abiertos y pocos coches circulando.



Voy en busca de un Banco, después de 1h dando vueltas y haber entrado en un par de ellos, me doy por enterada que aquí las divisas se cambian en las Casas de Cambio, tengo que matizar que además de despistada he olvidado la Guía en el Amafia, y además aquí el ingles poco. Por fin encuentro el lugar de cambio (en mis vueltas a la manzana o manzanas había pasado por ahí unas 5 veces), pero como excusa podría alegar que es mi primer día y todavía no he marcado puntos de orientación…
El cambio es cojonudo, y además en este girar y girar me he encontrado un hotelito (7 Days) que está pegado al Centro Histórico de Damasco. Tan recargado que es difícil de describir, pero muy limpio y bastante mas más barato, lo regentan unos iraníes gordos y muy simpáticos, así que como tengo pagado desde España 2 noches en el Amafia mañana me cambio…




Llego a las puertas de la vieja Ciudad; la Ciudad viva más antigua del mundo..”Ningún acontecimiento remarcable ha sucedido en el mundo sin que Damasco estuviera allí para registrarlo. Por lejos que retrocedas en el pasado, Damasco siempre esta allí…Erigida sobre los gastados huesos de miles de Imperios, contemplara otras tantas sepulturas antes de morir”. Mark Twain (Los inocentes en el extranjero,1869).

Su nombre ya aparece en unas tablillas jeroglíficas encontradas en Egipto, que se refieren a Dimashqa como una de las ciudades conquistadas por los egipcios en el siglo xv a.C., pero excavaciones que se hicieron en el patio de la Mezquita Omeya han dejado al descubierto hallazgos que se remontan al tercer milenio a.C. Entrando por lo que queda de las murallas de la ciudadela de Saladino, cruzo la puerta de Bab al Farag (que se remonta a la época romana) y me topo con los primeros bazares de cara, hay muy pocas tiendas abiertas y ya son las10·30h de la mañana…nadie tiene prisa! Claro es Ramadán y durante todo este mes la gente va a vivir más la noche que el día, todo se ralentiza durante las horas de sol. Fantástica perspectiva para mí, está siendo todo un lujo poder caminar por estas calles desiertas.


                             









En un pequeño callejón me encuentro con lo que parece una casa Damascena (dicen que son el tesoro escondido de Damasco, aunque hoy por hoy la gran mayoría se encuentre en estado ruinoso). ”Durante el siglo XVIII, mientras los miembros de la poderosísima familia AL-Azem gobernaban la ciudad la arquitectura domestica empezó a florecer y las casas de este periodo constituyen verdaderas obras de arte.



"Enmascaradas tras anodinas fachadas, estan construidas alrededor de patios, sus interiores guardan techos ricamente pintados y cubiertos de madera dorada, lámparas de cristales polícromos, pisos de mosaico y mármol con incrustaciones de madreperla, fuentes y jardines”. Esta en particular aunque parece sólida no aparenta ofrecer ninguno de esos encantos; parece que la han convertido en una especie de Biblioteca o Archivo, no consigo enterarme, pues durante todo el tiempo que he estado aquí dentro (que no ha sido poco) no he visto ni un alma. Solo cuando ya salía, curiosamente ha aparecido de la nada un individuo ofreciéndome por señas una alfombra, que por señas la he rechazado.




                     

Me doy cuenta de que llevo mas de 4 horas callejeando y aunque llevo una botella de agua de la que bebo discretamente, me muero por un café, pero no hay manera la ciudad sigue medio dormida …4 h por fin veo una cafetería o restaurante que parece estar abierto… No, están limpiando!! Mi cara de decepción les hace mella y además uno de los camareros habla algo de francés, así que entre él y yo sumamos las suficientes palabras como para entendernos…




Es un placer estar sentada frente a una taza de te y un sándwich de queso frito y saborear todo con lo que me ido topando esta mañana.; de una esquina a otra he visto la tumba de Saladino, el Arco de Adriano, he andado por el recinto exterior de la mezquita Omeya y rodeado la Madraza de al- Fathiyya, me he perdido por los callejones y túneles de este gran zoco que parece ser la vieja ciudad de Damasco. Una vez reposado el té y el sándwich, me lanzo de nuevo a callejear, más bazares, más calles, más túneles, más ruinas y arcos romanos… Y llego al barrio cristiano y digo llego porque me acabo de topar con la iglesia de Santa Maria, si no juro que no noto la diferencia…y como no,esté esta pegado al barrio Judío.





En esta Ciudad las tres religiones monoteístas han convivido sin ningún tipo de tensión hasta hace muy poco, no quiero profundizar en este tema en un diario de viaje, pero destaco que apesar de su declarada animadversión a Isrrael en Siria aún viven algunos centenares de judíos. 
En Damasco, son cerca de ochenta y, sólo en la capital poseen veinte sinagogas (pero debido a la falta de fieles solo queda una abierta). Esta comunidad solo tiene una restricción: toda relación con Israel está prohibida (Siria e Israel están en pie de guerra).



Llego a la calle Recta (recta o no , era la calle principal de Damasco en la época grecorromana con 1500m de longitud), de cualquier forma es una calle con solera, desde la puerta de Bab ash Sharqi comienzo a ver una tienda tras otra, primero de Anticuarios, luego sigue talleres artesanos de talla en madera, instrumentos musicales, joyas y utensilios de cobre y metal y acabo con la calle ya cubierta por una bóveda de hierro moteada de puntos de luz. Según me dicen estos son producto de los agujeros de bala que causaron las ametralladoras de la aviación francesa durante la rebelión nacionalista de 1925; en este tramo de la calle colmados, cafés, especias y tejidos contemplan un caos fantástico de infinitos taxis, autobuses, microbuses, ciclomotores y bicicletas que fluyen por este río asfaltado. Y entre todo este babel que crece a medida que avanza la tarde, descubro uno a uno las decenas de callejones afluyentes que guardan gratas sorpresas para estos ojos ávidos de otros “talantes” y otros “tiempos” .







Escondida detrás de mi cámara, de mi mochila, que llevo por delante, de mis tres gafas colgadas al cuello (sol, lejos, cerca) y de mi sonrisa ,intento acaparar todas esas imágenes que una a una alimentan mi curiosidad y despiertan mi imaginación. Nota diez a los sirios la gente se muestra muy abierta, tan curiosa de mí como yo de ella.
Entro en una de esas casas damascenas. Esta convertida en restaurante (ya hay también algunos hoteles tipo “boutique” , una buena forma de preservar o rescatar de la ruina que como ya he dicho sufren la mayoría de ellas). Y mientras lleno mi estomago con un delicioso “kafta” (carne picada de cordero, cebolla y especias, que se cubre con una ensalada de abundante perejil, aceite de oliva y zamuque, que es una especie fuerte y cítrica) miro curiosa algunas mesas donde se encuentran sentadas jóvenes parejas que ajenas al Ramadan, beben y fuman sus narguiles mientras juegan animadamente al backgammon.

                       

                       

Está cayendo la tarde dentro de muy poco se escucharan las voces de los muecines recitar el “salat” (llamada a la oración). Me dirijo hacia la mezquita Omeya, lo se porque como punto de referencia veo el alminar de Jesús, el mas alto de los tres alminares que posee la mezquita, se llama así porque según la tradición local aquí es donde Jesús (un profeta para los musulmanes) aparecerá el Día del Juicio Final, supongo que ya sabréis para que…!.



En menos de 10 minutos llego a la mezquita, concretamente a la puerta de atrás, en realidad se llama Bab an-Nafura o puerta de la fuente, y lo que veo allí me pasma …! A la espera de que se abra la puerta hay una multitud, yo diría que 100% hombres de todas las edades. En el Islam la llamada a la oración se realiza 5 veces al día y 5 veces al día es obligado orar en dirección a la Meca estés en una mezquita o no. Durante todo el año las oraciones del viernes a medio día son las más importantes de la semana, pero visto lo visto durante el Ramadán la oración a la caída del sol supera con creces mi idea de la aglomeración fervorosa. Me cuentan que la multitud de hinchas que hay a la espera empujándose unos a otros se debe a que cuando se abra la puerta solo podrán entrar un cupo determinado de ellos, los demás tendrán que esperar al siguiente turno…


Consigo encontrar una mesa en la terraza del café An-Nafura que esta junto a la puerta de la mezquita, desde aquí puedo ver perfectamente el espectáculo que para mi representa esta visión tan ajena a lo que yo creo y pienso; no quiero perderme ni un minuto y estoy ansiosa por ver lo que pasa cuando se abra la puerta.
Contra todo pronostico la avalancha a sido perfectamente controlada desde dentro, y a los muchos que se han quedado fuera poco a poco se les van uniendo otros…Aunque en el café me cuentan que la primera entrada es la mas multitudinaria y que después de la segunda ya se puede entrar sin hacer cola (solo un dato mas en Damasco hay cerca de 700 mezquitas y según me cuentan todas muy concurridas, así que hagan cálculos). El café en el que me encuentro es uno de los mas emblemáticos de Damasco, cada tarde - noche se puede escuchar en su interior al hakawati (contador de cuentos), mis vecinos de mesa casi me convencen a que me quede al espectáculo…Pero por hoy me doy por satisfecha con todo lo que he visto, oído, olido y degustado, ya es hora de relajarse así que me encamino hacia el hotel.







Paso de restaurantes me voy a un garito de luces de neón que esta en la Avenida junto al Amafia, ayer me fijé que estaba lleno de autóctonos….1 plato de sopa de verduras y legumbres, y repito ¿Cómo no?!! ,esta como para tirar cohetes.

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“La iglesia medieval instituyo la peregrinación a pie como cura de la melancolía homicida. Todos necesitan del acicate de una busca para vivir; para el viajero ese acicate reside en cualquier sueño” B. CHATWIN

“A fin de cuentas, lo que podríamos llamar contagio de viaje existe, y es, en el fondo, una enfermedad incurable” R. Kapuscinki