QUE HAGO YO AQUÍ

SIRIA- Diario de viaje

N-.SIRIA-ALEPO : llegada

SABADO 13/10/2007



Salir del Crac ha llevado su tiempo; compartimos furgoneta hasta Homs los cinco resacosos que ayer noche rendíamos homenaje a “Baco”… Nosotros, torpes y descoordinados, nuestro conductor arrebatado, hoy ya es el primer día del Eid al-Adha (se acabo el Ramadán) así que porque prisas, antes de partir hacia Homs estamos todos invitados a comer en casa de Zajaruyya (nuestro conductor); comida por cierto tan abundante como los miembros de su familia, que iban llenando poco a poco la casa, …Y un “humus” mas!
Y de Homs, yo a Alepo, cuatro a Palmira y Zajaruyya que vuelve ufano con su furgoneta a seguir comiendo y celebrando con su multitudinaria familia el Eid al-Adha. Mi llegada a Alepo, no ha sido precisamente afortunada, y lo siento, pero esta media tarde ha provocado mi rechazo a una ciudad (que no a la gente que he conocido en ella), y que me acompañara a lo largo de mi corta estancia y reducirá mis vagabundeos por sus callejuelas a la nada….


Primer contratiempo, en el hotel Baron no hay habitaciones libres hasta mañana. Después de dar veinte vueltas arrastrando mi panzer (maleta), solo consigo encontrar una habitación libre en un hotel doble de caro, y tan impersonal y aburrido como cualquier hotel de cadena, de esos que te obliga al abrir los ojos a pensar dos veces en que ciudad has amanecido. En mi primer contacto con la ciudad, debía haber adivinado que el ambiente que se respiraba en la calle, me obligaba andar con pies de plomo y no abrir de par en par las puertas a que surgiera ningún contratiempo…. 


En la calle solo hay grupos de niños y adolescentes del género masculino, prácticamente ningún adulto y excepto cines y cafeterías todo cerrado a cal y canto. Me quedo un buen rato observando los llamativos y provocadores carteles de los cines donde se aglomeran adolescentes, parece ser que la mayoría de las escenas que están censuradas en la película si que pueden ser pintadas en la cartelera que luce en el exterior de las salas y que sirve como reclamo para atraer público; a veces no dejan de sorprenderme los grandes absurdos del aparato del estado, sobre todo de los estados autoritarios.




Vagabundeando por las desiertas calles del centro urbano de Alepo descubro un pequeño mercado de plásticos, imitaciones de marcas y otras bujerías, parece que existe predilección por los juguetes de guerra.


En una droguería pegada a las galerías del mercado me compro dos pastillas gordas de jabón de Alepo (que deja la piel como la seda), a las que el dependiente después de envolver en papel de periódico incorpora a una bolsa de plástico negra (en siria todas las bolsas de plástico son negras y desgraciadamente ya forman parte del paisaje sirio) que me entrega. Yo que he decidido guardar la cámara pues la luz ya está cayendo; en vez de guardar la bolsa en la mochila, decido llevar está balanceando en mi mano…



Para acortar mi regreso al hotel, pues me apetece un baño antes de irme a cenar, me meto en un callejón estrecho y largo… A un lado y al otro hay un alto muro que limita unos amplios jardines (solo se ven las copas de las palmeras).

No he dado seis pasos dentro del callejón, cuando escucho las risas y voces de un grupo de adolescentes (entre 14 y 16 años) detrás de mí. Acelero el paso, pero evidentemente ellos corren más, en menos de dos segundos me han rodeado; dos de los más mayores, comienzan a intentar abrazarme y a tocarme el culo, haciendo alarde de su osadía frente a los más pequeños; a mí el corazón se me sube a la boca y comienzo a gritar como una loca “ halas” (palabra recomendada para las mujeres que viajan solas, por el mundo árabe y que significa “basta”)… es inútil, pues en ese callejón solitario no hay ni un alma, así que a base de rodillazos, codazos, golpes de pastillas gordas de jabón de Alepo (que deja la piel como la seda), y evidentemente de mucha confusión y suerte, logro deshacerme de aquellos brazos que intentan agarrarme y correr, correr por un callejón que se me hace infinitamente largo...

Llegó desde ese túnel trampa donde me había metido a una gran avenida,que se me antoja el cielo y me lanzo literalmente encima del único coche que circula por ella…El pobre hombre frena y sale del coche, yo entre jadeos y convulsiones (supongo que provocadas por los nervios) e intermitentes “halas” que salen de mi boca, intento explicarme, el grupo de adolescentes corre en dirección opuesta a la avenida por aquel mismo callejón tan largo y tan vacío.
El buen hombre, me ha llevado hasta la mismísima puerta del hotel, sin dejar de decir palabras que me tranquilizan aunque no las entienda.

                                         

Un baño relajante, un valium, me voy a emborracharme al bar del Baron Hotel que tengo en frente …Y si, borrachera, encuentros y planes para una escapada mañana a unos cuantos kilómetros de Alepo…¿Mañana? Mañana comienza una nueva semana...



“La iglesia medieval instituyo la peregrinación a pie como cura de la melancolía homicida. Todos necesitan del acicate de una busca para vivir; para el viajero ese acicate reside en cualquier sueño” B. CHATWIN

“A fin de cuentas, lo que podríamos llamar contagio de viaje existe, y es, en el fondo, una enfermedad incurable” R. Kapuscinki